La Leyenda de la Chinigua

leyenda de la chinigua

HISTORIA DE LA CHINIGUA

La Leyenda de la Chinigua nace en el estado Nueva Esparta, ubicado en la zona norte de Venezuela, en el Mar Caribe, es un archipiélago que incluye las islas de Margarita, Coche y Cubagua, y se encuentra a unos 38 kilómetros de la costa nororiental del país.

Nueva Esparta se distingue por su geografía variada, que incluye hermosas playas, montañas, valles, y áreas naturales protegidas, lo que lo convierte en un destino turístico muy popular tanto para venezolanos como para turistas internacionales. La isla de Margarita, que es la más grande y poblada, es conocida por su infraestructura turística, sus centros comerciales, sus resorts y su vida nocturna, mientras que las islas Coche y Cubagua son más tranquilas y menos desarrolladas, ofreciendo una experiencia más relajada y natural.

Estas islas no solo son conocidas por sus bellas playas, su vibrante vida cultural y su riqueza histórica, sino también por una leyenda conocida entre los habitantes locales. Uno de los relatos más fascinantes y temidos que ronda por estas tierras es el de la Chinigua, un espíritu femenino que se manifiesta principalmente en la isla de Margarita, pero cuya fama ha trascendido hasta las Antillas menores, República Dominicana y Cuba.

Esta leyenda es un espíritu femenino mortifero y tentador, parecida a la sayona, conocida en Venezuela, entre los Guaiquerí contemporáneos de la Isla de Margarita, y entre los habitantes de algunas localidades del cercano Estado Sucre (antiguo territorio Guaiquerí), con el nombre de Chinigua.

Según las fuentes históricas, narraciones y encuentros individuales recopilados, de esta leyenda, se cuenta que alguna vez existió una hermosa mujer que adoraba coquetear con los marineros. Ellos caían rendidos ante su belleza, pero ella no le entregó su corazón a ninguno. Así ocupó sus días. De un romance a otro sin conocer el amor. Después de morir, la bella dama no fue recibida en el cielo, por el contrario, fue condenada a vagar por la tierra hasta encontrar a un hombre que la amara.

Desde entonces se le conoce como, la Chinigua.

Suele presentarse a los hombres que retoman de una jornada de pesca, a los que deambulan por las calles o a quienes regresan a sus casas después de un encuentro extramarital o ilícita.

En principio se le ve como una señorita alta. Esbelta y de una hermosura sin igual, ella cubre su cuerpo con su cabello, el cual cae como una manta sobre su torso.

Además, luce una amplia saya negra que oculta un espectáculo horrible. Cuando un hombre intenta tocarla.

La enigmática entidad persigue a su víctima manteniéndose cerca, luego intenta seducirlo con el fin de conducirlo a un lugar solitario donde accede a que él se le aproxime. Momentos después, cuando comienza la aproximación, se transforma en un esqueleto horripilante y maléfico, un ente deforme con los pies volteados hacia atrás que intenta quitarle la vida, mientras suelta una carcajada.

Los pies volteados están presentes antes de su transmutación en esqueleto, constituyendo esto un indicio de su identidad espectral. Algunos dicen que esta deformación es para confundir a quienes pretenden rastrearla por sus pisadas, pues deja huellas contrarias al rumbo por donde aparece.

La leyenda dice que este fantasma castiga a los pescadores que no cuidan la fauna marina, o pescan indiscriminadamente, despoblando el océano y dañando las especies de peces y mariscos.

Sin embargo, esta aparición no es benévola, ya que también agrede a personas inocentes solo para divertirse.

RELATOS

Uno de los relatos más difundidos sobre la Chinigua ocurrió en la Isla de Margarita en los años 90. Se cuenta que un pescador llamado Ezequiel, conocido por ser experimentado y respetado en su oficio, zarpó una noche desde el puerto de Juan Griego, ignorando las advertencias de una tormenta que se avecinaba. Ezequiel confiaba en sus habilidades para sortear el mal tiempo y pensaba regresar antes de que los vientos arrecieran.

Mientras navegaba hacia los caladeros más alejados, la tormenta comenzó a intensificarse y el pescador decidió retornar. Fue entonces cuando en el horizonte divisó una silueta femenina caminando sobre un estrecho banco de arena que parecía emerger entre las aguas. Intrigado por cómo alguien podría estar allí en medio del mar, detuvo su bote y le hizo señas.

La mujer, vestida con un largo manto negro, con un rostro pálido y ojos intensamente verdes, le pidió de forma apacible que la llevara al otro extremo de la costa. «Te recompensaré como mereces, hombre generoso», dijo con una voz extrañamente calmada. Ezequiel, confundido y sintiendo cierto temor, accedió y la ayudó a subir al bote.

Durante el trayecto, Ezequiel comenzó a sentirse incómodo. Aunque la noche era cálida, la presencia de la mujer parecía enfriar el aire alrededor de ellos. Notó, además, que la mujer tarareaba una melodía melancólica que jamás había escuchado antes. De repente, ella le preguntó con una leve sonrisa: «Pescador, ¿sabes por qué el mar es tan salado?» Ezequiel, titubeando, respondió que no sabía. «Porque guarda las lágrimas de todos aquellos que han perdido lo que más aman», replicó ella mientras soltaba una risa que estremeció al pescador.

A medida que avanzaban, la mujer dejó de ser visible bajo la luz de la luna. Ezequiel, desconcertado, empezó a notar que el mar se agitaba más de lo normal, como si el bote estuviera atrapado en un remolino. «¡Agárrese fuerte!», gritó él. Al voltearse hacia donde se encontraba la mujer, solo vio que su manto caía al agua y desaparecía en las profundidades.

Ezequiel fue encontrado a la mañana siguiente a la deriva, visiblemente afectado y con los ojos desorbitados, incapaz de recordar cómo había llegado hasta allí. Cuando intentó contar lo sucedido, otros pescadores le explicaron que había tenido un encuentro con La Chinigua, el espíritu que seduce y atormenta a los hombres de mar. Desde entonces, nunca más volvió a salir a pescar de noche, y aún años después, recordaba aquel encuentro con un miedo profundo.

En el transcurso de nuestras investigaciones, hemos encontrado una rica recopilación de relatos de guaiqueríes, Estos relatos se encuentran detalladamente expuestos en el libro «La Chinigua guaiquerí y sus pares mesoamericanas y caribeñas», obra de los reconocidos autores Cecilia Ayala y Werner Wilbert.

La Chinigua siempre ha aparecido en Margarita. Cuando yo era chiquita escuchaba a mis abuelos hablando de esa mujer fantasma que aparecía en las quebradas, en charcos y cerca de las playas. Decían que tenía los pies pa trás. Los pescadores que jalaban los trenes la veían en la madrugada en busca de algún hombre en la playa. Le · tenían miedo y por eso iban acompañados, siempre iban de a dos o tres a la pesca de orilla. Contaban que engañaba a los pescadores. De lejos, unas veces, la confundían con la Virgen del Valle porque tenía una túnica blanca y larga, y no le veían los pies torcidos hasta que estaba cerquita y se volvía una huesera. Entonces echaban a correr como locos porque si la Chinigua los agarraba quería decir que iban a morir (Cruz Arcadia Hemández, guaiqueri de Paraguarime, año 2007).

Lo de la Chinigua es una leyenda viejísima por estos lados. La gente siempre hablaba … y todavía hablan, de ese espanto. Se Lo de la Chinigua es una leyenda viejísima por estos lados. La gente siempre hablaba … y todavía hablan, de ese espanto. Se aparece cuando está oscuro, por las calles, en las quebradas, en las pozas y en las playas. Todos le tenemos miedo a que aparezca. Los hombres más que todo, pues es tras ellos que anda. Se presenta igualita a la novia del hombre, y si está casado es como si fuera la esposa. Se ve enseguida como una mujer bonita, pero si él la besa o se deja tentar, alli mismito se convierte en una monstruosidad enseñando toda la osamenta. Para quitársela de encima tienen que cuerearla [«azotarla») con una rama de guaritoto.4 También sirve el palo de piñónS, (Cruz Elpidia Hemández, guaiqueri de Paraguarime, año 2008).

Una noche regresaba de pescar y caminaba hacia mi casa cuando noté que mi esposa venia tras de mí. Pero cuando me llamó por mi nombre y volteé para contestarle cai en cuenta que no era su voz, y tampoco era ella, porque sus pies estaban volteados. Era la Chinigua. Se me pegó un escalofrio por todo el cuerpo y comencé a rezarle a la virgencita del Valle para que esa bicha no me agarrara (Gerardo Pino, guaiqueri de El Manzanillo, año 2008).

Todo el tiempo papá y mamá decian: no salgan por allí de noche porque la Chinigua anda a la caza. Eso le digo a mis hijos y nietos para que se cuiden (Marciana Manzanillo, guaiqueri de Manzanillo, año 2009).

A mí y a un cuñado por poco nos agarra la Chinigua. Estábamos de regreso a la casa, ya era oscuro, casi llegábamos a la calle donde vivimos, cuando vimos esa fantasma que nos seguia. Me fijé bien y tenía los pies fuera de su puesto, hacia atrás. El cuñado nada más vio que tenía el pelo alborotado y tenía como un manto blanco. Le grité: ¡Es la Chinigual ¡Corre, que si nos agarra estamos muertos! Alli mismo supimos que era ella. Daba unos alaridos espeluznantes. Nos metimos dentro de la casa y tiramos la puerta que del golpe despertó a toda la familia. Entonces les contamos lo que nos había pasado. Esa noche no pude dormir. Mi esposa me dio un gajo de piñón para que me defendiera y estuve esperando para ver si volvia. Pero no apareció. Nunca me olvidaré el susto que pasé. (Pablo Acosta, guaiqueri de El Tirano, año 2008).

La Chinigua es un espanto que se viste con un ropón blanco tiene los pies para atrás, para que no puedan seguirla a través de sus huellas. Se aparece bajo la figura de la amiga, la novia o alguna mujer que te guste mucho, también puede ser la esposa, lo hace de esa forma para engañarte y encantarte. En realidad es un montón de huesos. Si llega a agarrar a un hombre ten la seguridad que éste se enferma y muere (José Lugo, guaiquerí de El Tirano, año 2009).

La Chinif}ua se aparece de vez en cuando. Todos sabemos bien que es un duende malo. Castiga a los hombres que no cuidan sus sementeras y pasan el tiempo por ahí entreteniéndose de noche. A más de uno agarró ya, y todos están muertos o enfermos. Por eso ando vigilante con mi siembra y mis animales. Lo peor es que a la vista se parece a la mujer de uno, o a la novia, y es fácil confundirse. Si quieres estar seguro mira sus pies, si no son normales y están virados para atrás, esa es la mujer fatal. Por aquí aparece cerca de la quebrada de Guaruparu (Miguel Marín, guaiquerí de Pedrogonzález, año 2008).

CONCLUCIÓN

Este antiguo relato guaiquerí que hoy día forma parte de la herencia narrativa tradicional de esta sociedad que ha sobrevivido al paso de los siglos por la sola fuerza de la transmisión oral, como una manera de preservar un aspecto de su mundo y de trasmitir el conocimiento que proviene de sus antepasados.

A lo largo de la región circuncaribe, desde las Antillas hasta Venezuela y las Guayanas, existen mitos similares que comparten el patrón de una mujer hermosa que castiga a los hombres transgresores de las normas morales o del medio ambiente. Para los Guaiquerí, por ejemplo, la Chinigua representaba una fuerza protectora de la tierra y las sementeras, cuyo poder no solo controlaba el comportamiento, sino que también preservaba la memoria histórica y la conexión con la naturaleza. Así, más que una simple leyenda, la Chinigua es una manifestación de los valores fundamentales de estas culturas.

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